Como recordaba en mi comentario anterior, el día 8, fiesta de la Inmaculada Concepción, se inicia el Año Santo de la Misericordia. Lo hace en coincidencia con una gran fiesta de la Virgen María y en el 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
En Tarragona este día habrá la recepción del Año Jubilar en el Santuario de la Misericordia en Reus, y el próximo domingo, día 13, se celebrará en la Catedral el inicio con un solemne pontifical. En el curso del mismo haré entrega de una cruz, signo de la misericordia de Dios, que peregrinará por las parroquias, comunidades religiosas y lugares de misericordia durante todo el Año Jubilar.
Sin duda esta cruz itinerante os recordará aquella otra que recorrió idénticos lugares en la preparación del último Año Mundial de la Juventud. De hecho, dentro de este Año de la Misericordia se celebrará, en julio de 2016, una nueva cita de este tipo: la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Cracovia, que reunirá a cientos de miles de jóvenes en la ciudad que tanto amaba Juan Pablo II.
En referencia a este hecho, el Papa Francisco ha escrito a los jóvenes, en la convocatoria de la jornada: «Sé lo mucho que ustedes aprecian la Cruz de las JMJ –regalo de san Juan Pablo II– que desde el año 1984 acompaña todos los Encuentros mundiales de ustedes. ¡Cuántos cambios, cuántas verdaderas y auténticas conversiones surgieron en la vida de tantos jóvenes al encontrarse con esta cruz desnuda! Quizás se hicieron la pregunta: ¿De dónde viene esta fuerza extraordinaria de la cruz? He aquí la respuesta: ¡La cruz es el signo más elocuente de la misericordia de Dios!».
El Papa se dirige a los jóvenes haciéndoles preguntas comprometidas: “Tú, querido joven, querida joven, ¿has sentido alguna vez en ti esta mirada de amor infinito que, más allá de todos tus pecados, limitaciones y fracasos, continúa fiándose de ti y mirando tu existencia con esperanza? ¿Eres consciente del valor que tienes ante Dios que por amor te ha dado todo? Como nos enseña San Pablo, «la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rom 5,8). ¿Pero entendemos de verdad la fuerza de estas palabras?”.
El Año de la Misericordia es un camino que tenemos por delante. Si lo recorremos bien desde su inicio, haciendo propósitos claros y concretos de mejora, el Señor volcará sobre nosotros su perdón y con él nos llenaremos de una alegría profunda que podremos contagiar a los demás.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado