La puerta del Año Santo (29-11-2015)

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«Ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén». ¡Con qué emoción debía recitar el pueblo judío desde la diáspora este salmo tan esperanzador! Pues así os invito yo hoy a que nos alegremos de que muy pronto estaremos en el umbral del Año Santo de la Misericordia dispuesto por el Papa Francisco para toda la Iglesia.

La puerta –la puerta santa– está cerca. Se abrirá el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, y 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, en la Basílica Vaticana, a continuación, en todas las basílicas, catedrales y lugares de culto dispuestos para ganar el jubileo.

En la misma solemnidad de la Inmaculada, celebraremos las Vísperas Solemnes en el Santuario de la Mare de Déu de Misericordia de Reus, este lugar santo tan entrañable dedicado desde antiguo a la misericordia divina que nos llega por intercesión de la Virgen María. En la Catedral de Tarragona el inicio se realizará el domingo 13 de diciembre con un solemne pontifical.

La tradición de los Años Santos procede del judaísmo y fue incorporada por el cristianismo como signo de la misericordia de Dios, que se compadece de nuestros pecados. En el año 1300 de nuestra era, se estableció que hubiera uno cada siglo, pero en 1475 pareció a la Iglesia que la frecuencia debía ser mayor, uno cada 25 años, para que cada generación pudiera gozar de este año de gracia y perdón. Después, la frecuencia ha variado y el último fue el año 2000 proclamado por Juan Pablo II.

La apertura de las puertas santas tiene un significado evidente: se trata de una invitación a todas las personas de traspasar la puerta de la conversión, viendo en Jesús el rostro misericordioso del Padre. Es un jubileo que nos invita a frecuentar el sacramento de la reconciliación, que quizá tenemos un poco olvidado, y beneficiarnos así de la obra redentora de Jesucristo.

A la vez el Jubileo nos obliga a mirar a nuestro alrededor para descubrir el rostro doliente de tantos hermanos que necesitan ser curados en sus necesidades, o al menos ser escuchados para que no tengan que luchar en soledad. Nos invita a ver cómo vivimos las obras de misericordia, recordando que seremos juzgados en el amor.

Que sea un año en el que nos propongamos pedir perdón y, si fuera el caso, perdonar cualquier ofensa que alguien nos haya hecho. Invoquemos para ello a la Virgen, Madre de Misericordia en este año dedicado a la misericordia divina.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado

 

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